miércoles, 28 de marzo de 2007

Oración de Jeremías

En el templo ante el pueblo
proclamas la Alianza.
Aquella que hace tiempo
fue dejada y olvidada.
Nadie soporta tu clamor
y eres callado a la fuerza...

En la noche adolorido
bajo el cepo del desprecio
atormentado por la herida
solo y sin consuelo,
te preguntas no por tus dolores
sino por el grave silencio
y humillado, al cielo alzas tu queja.

¿Dónde está la Voz
que me despertó
como florido almendro?
Aquella que como suave susurro
me quemaba la boca y las entrañas.
¿Donde estás en la noche del silencio?

Quisiera no servir,
revocar el mutuo acuerdo
alejarme y perderme
olvidar mi Dios, mi pueblo.
Pero hay algo en mí me quema
que no es ni suave voz ni llamada,
sino un desgarrado lamento.

¿Dónde está la Voz
que me despertó
como florido almendro?
Aquella que como suave susurro
me quemaba la boca y las entrañas.
¿Dónde estás en la noche del silencio?

Es tu Alianza, oh Señor,
que nadie observa y que envilecen.
Es el suave lamento,
que me llama y me estremece.
Es el ruego que me llega
y me llaga profundamente;
un deseo que me toca
y me pide vehementemente

Que yo sea fiel,
que no te olvide,
que no te arroje ni desprecie
que no rompa el último eslabón...

¿Dónde está la Voz
que me despertó
como florido almendro?
que de mi ha hecho
Alianza viviente

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